09 septiembre 2007

El niño sin caramelos




No le veo el fin a escribir… ¿para qué seguir escribiendo?



Hubo épocas en el que me dedicaba a hacerlo. Lo hacia muy seguido, y vaya que lo adoraba, encantado de trazar grafías y narrar historias, escribir sobre lo que sea, escribir y escribir, y vaya… lo peor de todo es que… era bueno, maldita sea.

Sin embargo ha pasado un buen tiempo, pero parece que perdí el don. Perdí el talento. O quizás… simplemente perdí las ganas. Quizás lo que sucedió fue que se me perdieron los motivos de los porque escribir. Pero… ¿por qué motivos?, si se supone que un buen escritor escribe cuando le llega la inspiración, y así de simple…solo se deja llevar, y las ideas le fluyen como fideos con forma de letritas en una sopa suculenta hecha por la empleada, ya que tu madre ya no tiene tiempo para ti. ¿Por qué motivos?… si se supone que yo escribía sobre lo que sea, del todo, también de la nada, todo junto y revuelto a la vez en un saco.


Así simple y rápido, lo hacía. El porqué es fácil, llegue a un punto en el que en mi vida empezaron a aparecer motivos. Incluso se llegó a un punto, donde estos abarrotaban mi mente, y las ideas parecían no terminar. Un basto recurso inagotable parecía haberse instaurado en mi cerebro, motivos hasta por demás. Motivos que aumentaban el sufrimiento de mi alma y corazón, pero enriquecían la armoniosidad de mi mano al sostener la pluma sobre el papel, y elevaban el nivel de mi mente hacia una falaz madurez, y es que a partir de ese punto, me empecé a descargar catárticamente. 

Un día llego un motivo mayor… uno muy importante, o talvez tan solo fueron una gran cantidad de motivos que se fueron acumulando y formaron un suceso doloroso y desgarrador, algo que quizás no todos pudieran soportar, y algo a lo que me arriesgué a sobrellevar. Me arriesgué tanto, que pude plasmarlo en un papiro, como un cuento muy bello de hadas y príncipes azules, solo que en esta historia no había ni hadas ni príncipes. Solo alguien enfrentadote así mismo, y ¿por qué no?, también a los demás.


Furia contra el sistema, furia contra todo lo demás, furia y nada más. Y de pronto empecé a entrar en razón. La furia no era la salida, y en el texto empezó a surgir la misericordia y el perdón. El perdón quizás injustificable para algunos, pero realizable para Dios, y es que talvez, en mi historia, el dios… era yo. Y fue así como el motivo mayor motivó e incentivo la creación máxima, el texto donde todos los sufrimientos y emociones humanas se manifestaban a través de un solo hombre. Un simple humano que después de todo trató de ver las cosas mejor.

El punto es que esa historia terminó pues todo tiene un ciclo vital. Unos son largos, casi eternos, pero la eternidad, como todo, también tiene su fin, y esta historia concluyó de igual manera. Los motivos continuaron, en menor nivel, pero seguían viniendo. Sin embargo, nunca más, volvió a llegar uno como ese. Y así como también este se fue, quizás se me fue el don para transformar ideas en oraciones legibles.

Hoy agradezco no tener motivos de igual magnitud que aquel dieciséis, sí, así lo bauticé, pues en noviembre, el mes de las agraciadas lluvias, ese numero me marcó en gran potencia. Y es triste, pues esto tan solo demuestra que mi habilidad redactora, depende y pende de un hilo de motivos que surgen tras los problemas de la vida misma y cotidianeidad.

Hoy me encuentro aquí lleno de motivos, y sin nada mas de que poder sostenerme, pues las palabras ya no salen volando como antes, y ni me saben a nada. Sobran las razones y los sagrados motivos. Son caramelos recién comprados que están allí para empezar a ser degustados y digeridos por un niño deseoso de ellos, que no los puede alcanzar… pero pienso y realizo, que algo más empieza a manifestar su ausencia. Por lo visto mi razón empieza a desaparecer, y me voy dando cuenta, que el ausente una vez mas, simplemente soy yo.


(2006)

1 comentario:

Anónimo dijo...

la inspiracion no acaba, uno se aburre..., simplemente se aburre..., se aburre de lo que tiene, se aburre de lo que es, el mundo nos lo exige, es rendir cuentas, es cambiar..., los problemas vienen y van, no podemos simplemente someternos a ellos, pero, maldita sea!, ellos nos dan la inspiracion, maldita lluvia de una fria madrugada! maldito azul en un invierno de colores!, maldito amor, maldito sexo... la inspiracion no acaba, uno se aburre..., simplemente se aburre...

Y bailarás sobre mi tumba

Fui concebido entre libros y cadáveres y un etetoscopio fue mi primer walkman.

Siendo el único No Médico
no tuve más
reparo que
dedicarme a escribir...