Recuerdo

Es curioso que recuerde esta historia, justo en este momento tan relajante y especial, en el que hundo mis dedos en la arena y veo un millón de diamantes tendidos sobre una manta azul. No recuerdo cuando pasó, quizás ocurrió ayer, pero reproducir en mi mente aquel instante, es como vivir un torrente de emociones que reinventa mis sentidos.

Habían pasado meses desde que no la veía. Nada realmente concreto había pasado entre nosotros, salvo por unas cuantas salidas a ciertos lugares por ahí, pero nunca culminaron en nada serio. Vivía cerca de aquí y aún lo hace. Sin embargo, aquella ocasión tras meses sin saber de ella, fue muy extraña.

Caminaba con Vane por el circuito de playas. Hablábamos tontería y media sobre optometristas y ginecólogos, cuando de pronto, Alejandra apareció sin previo aviso. Estaba tan bella como siempre lo fue, y había estado caminando con su elegancia eterna en dirección nuestra, pero al parecer ni ella ni yo nos percatamos de nuestra mutua presencia salvo recién cuando estuvimos a centímetros de distancia. Lo que ocurrió fue chocante. Al verla me sobresalté y al parecer ella también lo hizo. Un tartamudo hola fue lo único que salió de nuestras bocas, y cada quién siguió su camino. Felizmente Vane ni se inmutó por lo sucedido, y seguía contándome sobre su cita con el médico.

Yo no murmuré palabra alguna hasta doblar la esquina. Sentí que mi figura se había salido de su silueta por el sobresalto. Por alguna extraña razón, Alejandra había pasado por lo mismo, o eso me hizo creer mi imaginación. Dado todo aquello, era realmente curioso que me pasase algo así, pues con ella y muchas chicas más, se había cumplido lo que la abuela Petrukia siempre decía: “ay Adolfito, todos los hombres son unos perros, y no necesariamente porque saquen los pies del plato o porque los metan en plato ajeno, sino porque siempre están detrás de varias chicas a la vez, solo para ver cual les atraca, y ya verás que en algún momento te pasará”.

Intensas palabras. No sé como la abuela conocía aquel secreto masculino, o ¿debería llamarlo “verdad universal”?, pero el punto es que ocurrió más de una vez. Varias chicas me habían gustado ligeramente durante ciertos meses, y acercamientos simultáneos con varias de ellas hicieron que sucedan muchas cosas con algunas y obviamente nada con otras. Alejandra no era la excepción, a diferencia que ella nunca me hizo caso.

Precisamente eso era lo más extraño. En la actualidad al haberme alejado de la práctica de esas costumbres, sería más razonable justificar lo ocurrido, pero en aquella ocasión, a pesar que nunca la tomé en serio en el pasado; ni ella a mí, pues yo sentía lo mismo por su parte; su breve presencia me cayó como un baldazo de agua fría.

Aquel fugaz encuentro rondó por mi cabeza varios días y no me dejó dormir por varias noches; no obstante, recordarlo en este momento se ha vuelto sencillamente delicioso.

- Mi amor, ¿qué haces allí tan pensativo?, ¡vamos al agua!
- Solo tenía un bonito recuerdo Alejandra. Vamos.

Una sonrisa lo fue todo.

(28/12/08)

PD: Esta debe ser la última entrada del año. Me gustaría desearles a todos los que pasan por aquí un feliz 2009, y que todas sus aspiraciones puedan ser logradas.

Saludos