El bar estaba lleno. Entré y al dar mis primeros pasos ya pude identificarla como la chica más bella de todo el recinto. Por arte de magia me acerqué a la barra, no permití que su grupo de amigas me intimidara. Sus rubios rizos y profundos ojos azules hicieron que le hablase en inglés, ella me respondió en castellano. En verdad hablaba tres idiomas.
Catalina dijo ser su nombre, era de Madrid un lugar muy lejano así como mi soleada California. Aceptó el trago que le compré y accedió a bailar una pieza. El momento fue mágico, ella no dejaba de sonreír. Seguimos bailando, nos sentamos por un par de tragos más y entre las risas y sonrisas se hicieron las 4 de la mañana.
Estoy seguro que pude llevarla a mi hotel esa noche, hubiese sido una magnífica forma de cerrar ese fantástico viaje, pero yo no quería solo una noche con ella; unas cuantas risas y aquel rostro de ángel me hicieron desear una vida entera a su lado, jugando con sus hermosos cabellos.
Una de sus amigas se perdió y tuvieron que marcharse a buscarla. Éramos de mundos diferentes y consiguiendo su teléfono no lograría nada. Ahora, vergonzosamente debo confesar que por ella fue que me creé una cuenta en Facebook.
No la he dejado de pensar desde esa noche. Aquí San Diego ya no me sabe a nada. No he encontrado mujer alguna que se le compare y precisamente por eso, en solo unas 10 horas estaré llegando al aeropuerto de Barajas.
(13/08/10)
2 comentarios:
bueno, aún queda el facebook .... xD
recuerdo la noche de discoteca en las quenas jajaja tenias el polo de los rolling stones :)
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