27 septiembre 2012

El Boayacu

En el Boayacu las aves nunca dejaban de cantar.



El intenso calor del ambiente y ese delicioso vaho exótico me llevaron a buscar el oeste y ver un sol que tímidamente comenzaba a nacer. Nunca me enamoré tanto de un sitio como este. Era todo un paraíso a pesar de las incontrastables sensaciones que producía entre día y noche; a pesar del tremendo frío cuando el cielo se apagaba, pues incontables estrellas me seducían tiritantes y ante mí, lo majestuoso se tendía como una piscina eterna que reposaba en plena madrugada.

Nunca me enamoré tanto de una mujer, así como me enamoré de Micaela. Fueron solo treinta y nueve horas las que estuve a su lado, pero bastaron. El desvío de sus ojos hacia otra parte en el preciso momento que se encontraba con los míos, era deshauciante; sin embargo, cuando menos me di cuenta, la tuve entre mis brazos y el aroma de sus cabellos me hicieron sentir suyo.

Fueron treinta y nueva horas y cuando solo quedaban minutos, la tuve frente a mí en aquella vieja locomotora que rogué nunca llegara a su destino, pero llegó. Había algo allí afuera, algo que la distraía y enfocaba su mirada en la ventana alejándola de mí. Fueron esos últimos instantes donde ya no me sentí suyo, o tal vez, ella nunca se sintió mía.

Nunca me quedé tan desolado por irme de un sitio tan hermoso como el Boayacu. La luna con su eterno resplandor ya no estaba allí para acompañar mi melancolía, ni liberar mis torturas, o apaciguar mis sospechas. Solo quedaban unos ojos cansados, que andaban resignados intentando brillar.

De repente, muy lejos de allí, en el Boayacu las aves ya no volvieron a cantar.


Albuquerque, NM
(14/07/2012)

1 comentario:

TS dijo...

No cumplen su "destino", el camino al que quisieran o deberían llegar.

Pero qué locos son los abruptos recorridos a los que somos sometidos todos. No sabemos qué nos toca, qué nos tocará.

Y así no sea eterno lo que alcanzamos , qué glorioso es tenerlo.

Y bailarás sobre mi tumba

Fui concebido entre libros y cadáveres y un etetoscopio fue mi primer walkman.

Siendo el único No Médico
no tuve más
reparo que
dedicarme a escribir...