Braulio

Nunca supo el porqué de sus sangrientos esputos cada noche de cada día, tras su habitual cepillada de dientes previo a acostarse. Era como una maldición que le habían lanzado, o algún ritual inevitable que se daba solo cuando al cielo se le ocurría ponerse morado.

Cierta noche de un día duro se dio un vistazo rápido en el espejo, cuando tuvo que volver a mirar pues se quedó impactado por la imagen de una espuma semi-roja que bañaba sus labios. La sorpresa le hizo dejar caer su cepillo en el lavabo, justo cuando vio que no había diente o muela alguna en su boca.

Muy a pesar de levantarse todos los días con una sonrisa marfil en el rostro; todas las noches se las había pasado restregando sus adoloridas encías sin darse cuenta y ahora; irritadas por la fricción, sangraban a borbotones y ocasionaban líquidos toboganes escarlata hacia el orificio del lavatorio.

Abriendo el caño, escupió todo lo que tenía en la boca y sin dudarlo, volvió a verse en el espejo. Esbozando una sonrisa a boca cerrada, decidió no volver a besar a Kassandra, nunca más.

(Desde Enero, a Julio del 09)