Me pregunto a donde se fueron todos esos momentos...
La tibia leche con chocolate que me preparaba la Nené, las suaves caricias de la Martha.
Kokomo. La arena blanca entre mis dedos y correr ante el temor a las olas viniendo. Las lluvias de otoño y los largos paseos a triciclo en un patio trasero que parecía interminable.
Arrancar la hierba y ensuciarse las manos. Beber del caño y rasparse las rodillas. Siete años después comenzaría a jugar billas.
Patalear de vez en cuando. Reírme a borbotones. Pegarle a mi primito, y llorar ante mi padre al decir que no lo hice.
Zafarme de los besos de mis tías y no hacer más que sonrrojame ante los osados besos de la vecinita de a lado, tras empujarla en los columpios.
Las caídas del sube y baja. El trepar la reja del parque. La no vergüenza de bailar sin saber hacerlo y la felicidad plena sin consternación alguna. Preocupación: ninguna.
Me pregunto cuando fue que crecí...
Virú
(31/01/13)
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