21 agosto 2010

Bahía del Carmen

Llevo dieciséis días desde que llegué a la Bahía del Carmen. La gente local me trata muy bien. Les sorprende ver a alguien tan diferente a ellos, pero en vez de sentirse amenazados, sonríen abiertamente.

No muy lejos del pueblo, cerca de Playa Victoria, hay unas montañas rocosas que miran hacia el mar. Allí, en la cima, atravesando una cueva hay una piedra. Una cuadrada roca azul desde la cual se puede ver todo el majestuoso recinto y es ahí dónde me encuentro ahora.


Ya llevo dos semanas sentado en esta piedra y hasta ahora no me falla. Tengo ante mí un hermoso mar azul que se tiende como una manta infinita en la que no puedo saber donde comienza el cielo y dónde termina el océano.

El Pacífico nunca lo ha sido tanto. Puedo oír las olas romperse suavemente ante inmensas rocas blancas que por la erosión han tomado formas indescriptibles. La brisa del mar es muy diferente a la de cualquier otro mar. Unas hojas secas crujen con el pasar del viento que echa a volar los pocos cabellos canos que me quedan. Unas cuantas aves vuelan a lo lejos en dirección hacia el sur, cantando un himno de esperanza que lamentablemente no puedo asimilar.

Nadie puede, ni nadie debe darle la espalda al mar. Nadie puede despreciar su magnificencia. Toda esa belleza que se pierde hasta donde nadie es capaz de ver, es inalcanzable; pues nadie puede ser dueño de ella, nadie puede atreverse. Sin embargo, ella sí es dueña de nosotros, embobándonos con su hermosura, su color, su todo.

Ni siquiera las nubes pueden despojarnos ese deleite. Solo nosotros mismos.

Me quedan pocos días en Bahía del Carmen. Me quedan pocos días cerca a la mar. Nadie puede, ni nadie debe darle la espalda al mar; lamentablemente el mar me ha dado la espalda a mí.


Big Sur, CA.
(08/2010)

3 comentarios:

Amanecer dijo...

que rico..........hum echo de menos viajar

Arte Tácito por: Schietto Sabaducci dijo...

la prosa descriptiva es la más más ...

me gustó! :)

Hernan Dario dijo...

terrible descripcion :S

Y bailarás sobre mi tumba

Fui concebido entre libros y cadáveres y un etetoscopio fue mi primer walkman.

Siendo el único No Médico
no tuve más
reparo que
dedicarme a escribir...