Trastienda

Dani solo tenía 11 años cuando muy inquieto, insistió a su madre que se apurase en la perfumería del dutty free del Aeropuerto Internacional de Miami.

A pesar de ser solo un niño,  había oído mucho rock clásico y del bueno, básicamente influido por su tío Koky, un periodista desempleado que prefería la bohemia a trabajar, pero que tenía la mejor colección de vinilos de rock de las tres últimas décadas. Había que reconocerlo.

Esa noche, llevaba puesta su camiseta de los Rolling Stones. La típica lengua plasmada en su pecho parecía lamer el brazo de su madre mientras este la jaloneaba para que se de prisa. El aburrimiento dominaba, cuando de pronto el administrador de la perfumería se le acercó.

Era un gordo pelado que bordeaba los 40, con unas gafas que lo pintaban como un perdedor que aún vivía con su madre a pesar de gozar de un buen sueldo. Sin embargo, cuando habló detuvo su inquietud, pues la atención del gordito se dirigía a su camiseta.

- ¿Así que te gustan los Rolling Stones?
- Sip.
- Te gusta el rock clásico, eh.
- Sí señor.
- Ven conmigo a la trastienda.

Su madre estaba tan distraída observando chaneles y dolces, que no le prestó atención al jodido niño, quien por el tremendo aburrimiento siguió al pelado hasta la puerta del cuarto. Invitándolo a pasar, el pelado le dijo que era cubano y encendiendo una grabadora le preguntó si conocía a King Crimson.

- Claro que sí. Son muy buenos.
- Lo son. Escucha esto:

Una estruendosa guitarra irrumpió el recinto. La canción era genial y si bien el lugar estaba lleno de estantes con perfumes, Dani posó su mirada en un estante distinto que exhibía discos de muchas bandas, de las cuales nunca había oído. El pelado aprovechó para cerrar la puerta y la música era tan fuerte que fuera de la habitación no se podía oír nada más.


Nadie escuchó los gritos.

(Junio - Septiembre 2010)