La increible contundencia de su habilidad futbolística habría bastado para atraer a los principales cazatalentos de la orbe.
La Negra Peralta era una fiera en la cancha. Con solo 14 años había logrado jugar con la selección juvenil del país, y tenía unas piernas que intentaban opacar a la leyenda Roberto Carlos. No obstante ella no había nacido para el fútbol. Habría de morir por una causa anexa a él.
Cierto día de enero, antes de empezar pleno partido de práctica; un sigiloso sol augurió un bizarro destino. La árbitra Roselda hizo un amague de pitazo inicial, cuando la Negra Peralta arrancó con el balón, movió la de cuero de derecha a izquierda con clase mundial, y sin parpadear, disparó un fusil contra la portería, que se perdería en lo profundo de la red.
- Peralta! Por qué tienes qué pavonearte sin siquiera haber empezado el partido?
- Lo siento jefa, no volverá a pasar.
- Ahora, ve a recoger el balón!
- No se preocupe, yo recogeré todos los balones hoy.
- Ah si?
Tras dichas palabras... nadie sabe cómo, ni de dónde, pues de todas partes, miles de balones como proyectiles impactaban el tosco cuerpo de la Negra Peralta.
- Auch, auuchh. Deténganse por favor.
Por más que suplicó, por más que las lágrimas empezaron a brotar de sus blanquísimos ojos... los balones no paraban de azotar y destrozar su cuerpo.
- No, por favooor. Deténganse.
Sin embargo los balones nunca se detuvieron, nunca al menos hasta que sonó el pitazo final. El pelotón de fusilamiento se había detenido. Nadie nunca supo de dónde salioron todos esos pelotazos, ni quién disparó el cañonazo de gracia... La Negra Peralta pereció sobre la grama, como una llanta desecha.
Se había hecho historia, pero no precisamente una leyenda del fútbol.
Steamboat Springs, CO.
(12/2010)
- Peralta! Por qué tienes qué pavonearte sin siquiera haber empezado el partido?
- Lo siento jefa, no volverá a pasar.
- Ahora, ve a recoger el balón!
- No se preocupe, yo recogeré todos los balones hoy.
- Ah si?
Tras dichas palabras... nadie sabe cómo, ni de dónde, pues de todas partes, miles de balones como proyectiles impactaban el tosco cuerpo de la Negra Peralta.
- Auch, auuchh. Deténganse por favor.
Por más que suplicó, por más que las lágrimas empezaron a brotar de sus blanquísimos ojos... los balones no paraban de azotar y destrozar su cuerpo.
- No, por favooor. Deténganse.
Sin embargo los balones nunca se detuvieron, nunca al menos hasta que sonó el pitazo final. El pelotón de fusilamiento se había detenido. Nadie nunca supo de dónde salioron todos esos pelotazos, ni quién disparó el cañonazo de gracia... La Negra Peralta pereció sobre la grama, como una llanta desecha.
Se había hecho historia, pero no precisamente una leyenda del fútbol.
Steamboat Springs, CO.
(12/2010)
9 comentarios:
que tal negra. No sé como se te ocurren esas historias!
racismooo!!!
pobre negra Peralta U.U
No sé porqué pero me causo gracia.
Me acuerdo cuando por primera vez escuché "pelotón de fusilamiento" y pensé que mataban a pelotazos.
Ya no me siento tan huequi.
Igual me da pena, mucha.
haha, qué crueles, menos mal es ficción no? D:
En mi colegio haciamos sos fusilamientos cada tanto. Nunca me tocó a mi ...iuuufff
Toma Negra !
Hay que publicar una entrada en solidaridad a la morena, que seguro era amiga tuya xD
saludos..
nos ubicas en:
http://paraderosite.blogspot.com
Maestro... xD (muy buen texto)
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