A la Chata
No hacía ni frío ni calor, la
temperatura era perfecta. Estaba todo tan cómodo, tan suave, tan rico. Sin darme cuenta, abrí los ojos en un breve suspiro, cuando me sorprendió con un beso húmedo y lo
confirmé: tras tanto tiempo en el purgatorio de la vida, había llegado una vez
más… al Paraíso.
Mucho tiempo pasó desde la última
vez que anduve por esos lares. Era un sitio decente, y a pesar del precio
pagado, podrías disfrutar de muchas comodidades por al menos cinco horas. El
colchón no era de plumas, pero era buenísimo. La tele no era plana, pero no
importaba; uno no iba allí a ver televisión.
El Paraíso quedaba a dos cuadras
del instituto, sin embargo, todas las veces que fui nunca me topé con nadie. Todos
decían que tenía una alianza estratégica y hasta daba tarifas corporativas para
los del instituto. No eran más que bromas y mitos, ante la gran acogida que
tenía entre los estudiantes, pero ya hubiese querido yo tener una Premium Card.
Cruzando el parque vivía el tío
Perico, pero en cada una de esas desventuras quijotescas, jamás lo vi, ni si
quiera por casualidad. Ojala él tampoco me haya visto, aunque seguro si lo
hizo, se lo contó a mi viejo y se cagaron de la risa.
Me consideraba afortunado ya que
en todo este tiempo siempre pasé desapercibido, alejado de las miradas que
podrían llevar a convertirme en víctima del chisme o indiscreción. Lo suyo era
de uno, y de con quién compartía el Paraíso, de nadie más.
Inexorablemente y por cosas del
destino, mi fortuna se vio desparramada cuando antes de dejar la habitación vi
un mensaje de texto que hace algunas horas había recibido:
-Cholo, estoy en la 203, te vi entrando a la 202. Bien ahí aaaaaaah.
Virú
(14/01/2013)
2 comentarios:
Muy Bueno, lo he disfrutado mucho al leerlo.
awkward moment
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