Ambulante

Traigo en mi saco todo lo que quieras, pídeme lo que sea y te aseguro que lo tendré. Tengo tres piernas y veintitrés cabezas, ¿quieres alguna de ellas?, tengo en rojo, azul y cobre, porque me sobran los colores, no me sirven, no me sirves.Nada de esto sirve realmente, y por eso simplemente lo llevo a todas partes, porque yo tampoco sirvo, es así de fácil, todo es un conjunto que se va consumiendo entre sus elementos, al fin y al cabo, el conjunto en sí es un elemento más que se consume a sí mismo y queda en la nada.

Pero al pensarlo por horas y horas, que a la larga son nada, descubrimos que no somos inútiles después de todo. Somos el modelo perfecto para un manual de "lo que no se debe hacer", o "cómo no se debe ser", pero esta no es su tarde, ese ya se me agotó. Somos el perfecto mal ejemplo, lo peor de la crema y nata, de hecho ni poseemos nata ni crema, solo somos semillas secas, cuyo poseedor olvidó regar.

De que sirve entonces seguir con la misma cantaleta, saber si estamos bien o estamos mal, cuando a la larga nos da igual, con la suma total y función conmutativa. No hay manuales de cómo se debe vivir, y si los hay, su autor fue borrado por el mismo destino. No hay nada, no es esto, es algo realmente fuera de nuestro cuerdo entendimiento.

No existen técnicas para olvidar, ¿entonces por qué las hay para aprender? Porque las vendo en volúmenes: tomo uno, dos, tres, hasta el cuarenta y seis, barato nomás. En cambio si esta cadena de educación fuese exclusiva para solo ciertos especimenes, quizás habría algo distinto en toda esa materia palpitante, cuya pulpa salta y salta al menor estímulo producido. Ecos del pasado, del presente y de lo que aun no puede predecir nuestra mente inconciente. La verdad se desliza frente a nosotros, y resbala de vuestros dedos, que ni si quiera se molestan en intentar atraparla, solo golpean la pared mientras mi saco vuelvo a amarrar, al notar tu desinterés por lo que mi lengua y sudor te puede ofrecer.

(17/01/08)