10 julio 2013

La chica de la carretilla (II)


Cierto día hicieron un gran almuerzo por el aniversario de la plantación. No me interesaba celebración alguna así que me escapé temprano y me fui corriendo a buscar a Florencia, pero su carretilla no estaba donde debería. La busqué en todos los alrededores pero nadie me supo dar razón de su paradero, nadie.

Resignado y pudiendo regresar a la fiesta de la plantación, preferí regresar a mi humilde habitación rentada a esperar su llegada, solo para encontrarla follando sobre mi propia cama con Dios sabe que demonio.

Lo destrocé, lo tumbé a golpes y lo hubiese matado sino fuese por la imprudente intervención de Flor. La terrible cólera logró que en el forcejeo ella también reciba un golpe, cayéndose inconsciente en el suelo su inmensa desnudez.

Entré en desesperación y solo atiné a huir. Cogí mi bolsa con algunas pocas cosas, las monedas que había juntado hasta entonces y todas las cartas de Consuelo. Sabía que solo podía ir a un sitio y me enrumbé sin siquiera pensarlo.


***

Tras dos días viajando llegué a la estación de Chérrepe.  Habían pasado poco más de nueve meses desde que me fui, pero el pueblito seguía siendo el mismo. Lo único raro era ver menos almas vagando en sus calles. Se sentía un aire triste, una mala espina.

Cabizbajo y muy cansado finalmente llegué a la casa de Consuelo. Me quedé parado en la entrada como unos veinte minutos sin saber que hacer o decir. Finalmente, toqué la puerta.

Abrieron y antes de darme cuenta unas fuertes manos me tomaban por el cuello estrangulándome.

- Jijuna gran puta, qué haces aquí? ¡Nunca respondiste ninguna de las cartas de mi hija!
- Hipólito, suéltalo, lo vas a matar.
- ¿Cómo se atreve a aparecerse este malnacido? - Dijo el viejo una vez me soltó.

- Don Hipólito, por fin he vuelto, he traído todo lo que he juntado para que Conchito pueda criar al bebe.
- Idiota! Es que acaso no lo sabes?
- ¿Saber qué? ¿Dónde está Consuelo?

Fue en ese entonces cuando lo entendí.
- Tu hijo... tu hijo la devoraba desde sus entrañas. Mi pobre hija, mi hijita. - Un mar de lágrimas estalló, empapando mi mundo que se caía a pedazos.

Ni ella ni el bebé habían sobrevivido, y yo... yo tampoco lo hice.




Lima
(05/07/2013)

No hay comentarios.:

Y bailarás sobre mi tumba

Fui concebido entre libros y cadáveres y un etetoscopio fue mi primer walkman.

Siendo el único No Médico
no tuve más
reparo que
dedicarme a escribir...