11 octubre 2013

Nada más.

Por mucho tiempo la quise, la deseé, la amé. 

Pasaron los años, las estaciones, los pretendientes y las pretendientes por los que me dejó, pero ella siempre estaba allí.

Un día me di cuenta que no era ella lo que realmente anhelaba. La vida hizo que mis recuerdos fuesen transformados generando una ilusión alrededor de una persona, pero no. No era ella.

Lo que realmente me dolía en el alma no era la ausencia de su ser, sino la carencia de su esencia. La falta de su cálido aroma. El dulce olor que emanaba de su humanidad. De esa delicia solo quedaba el recuerdo y de ese recuerdo solo perdura una triste obsesión.

Yo nunca la quise. Tal vez si la deseé, pero nunca la amé. 

Nunca he amado a nadie. Lo único que poseo es una obsesión.

Nada más.


Quito 
(09/2013)

2 comentarios:

Unknown dijo...

Magnífico escrito, Juanca! Encaja perfecto en este tren llamado Vida. Espero que aún cuando estés en Israel, nos sigas maravillando con tus posts!

Anónimo dijo...

Las obsesiones de ese tipo son trágicas y cómicas, mi siniestro amigo. Son trágicas porque sabes que esa realidad no existe, que ha caducado y que de ella no queda más que recuerdos cada vez más tergiversados; es un tipo de dependencia mental voluntaria. Son cómicas, porque te dicen que sientes algo, muchas veces agradable al evocar cada recuerdo, cada palabra, que si son comparados con la realidad, son más sublimes y no tienen desperfectos. La menta humana le da a su conveniencia, una tonalidad diferente, mucho más placentera, cada vez que las rememora. Si alguna vez alguien me preguntaran si puedo escoger entre olvidarme de mi obsesión y darle paso a algo más real, les respondería que no. La realidad, en la mayoría de los casos, está plagada de errores que muchos cometen pero que nadie es capaz de corregir, creo que a eso le llaman “errar es humano”. Tal vez estar un poco demente es ser un poco más libre; ser totalmente cuerdo es verte sometido a ataduras de las cuales sabes nunca podrás librarte.

Y bailarás sobre mi tumba

Fui concebido entre libros y cadáveres y un etetoscopio fue mi primer walkman.

Siendo el único No Médico
no tuve más
reparo que
dedicarme a escribir...